TEMA #16: SACRAMENTO DE LA MADUREZ CRISTIANA
Llegaremos a la meta:
Al finalizar este encuentro, tú podrás haber comprendido: 1) Cuál es el origen del Sacramento de la Confirmación; 2) valorar la confirmación como el Sacramento de la Madurez Cristiana; 3) La necesidad de tomar con seriedad los compromisos de este Sacramento.
Cantemos:
tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=SoXyBHc1dqk&ab_channel=LillyGoodmanLillyGoodmanCanaloficialdeartista
Oremos:
Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envíanos Señor, tu Espíritu de Valentía... y las cosas serán creadas y renovarás la faz de la tierra. Oh Dios, que nos has enviado tu Espíritu para infundirnos valor y decisión, y conducirnos a la verdad plena. Concédenos la gracia de comprometernos con sinceridad, como personas adultas en la fe, y muéstranos el camino que debemos seguir para vivir seriamente nuestro compromiso contigo en la Iglesia. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
1. EN SINTONÍA:
Busca noticias por revistas o Periódico; o videos en YouTube en donde narren las situaciones de los jóvenes hoy:
- Situaciones dramáticas.
- momentos difíciles.
- momentos alegres.
- triunfos personales y comunitarios.
Y en otra hoja, escribe tu realidad, el cómo está tu vida hoy como joven.
2. ESCUCHEMOS A DIOS:
- ¿Qué preguntaron a Jesús?
- ¿Qué respondió Jesús?
- ¿Qué replicó el joven?
- ¿Qué le faltaba al joven para lograr lo que quería?
- ¿Qué actitud tomó el joven y por qué?
Complementa lo anterior con esta canción:
3. PARA PROFUNDIZAR:
Por el Bautismo hemos sido incorporados a la Iglesia como cristianos; Dios ha colocado la semilla de la fe en nuestra vida, semilla que ha ido creciendo en nosotros progresivamente en nosotros. Esta fe, animada por el Espíritu Santo, nos empuja a vivir los mandamientos y a acoger la voluntad de Dios. Pero muchas veces, como el joven rico nos contentamos con saber que somos buenos y no damos los frutos que estamos llamados a dar.
El joven Rico, no tenía madura su fe, aún la tenía apegada a las cosas materiales. Nosotros que nos preparamos para vivir el Sacramento de la madurez cristiana, el don del Espíritu Santo, debemos comprometernos a ser testigos de Jesús Resucitado. Estamos llamados a crecer y desarrollar la fe y a transformarnos en verdaderos signos de Cristo en el mundo.
En el Catecismo de la Iglesia Católica, se hace alusión al efecto especial que el Espíritu Santo difunde en el confirmado, haciendo que en éste se confiera un crecimiento y profundidad de la gracia recibida en el Bautismo, introduciéndonos más en la filiación divina, en nuestra unión a Cristo, en nuestro vínculo con la Iglesia, y en el aumento de los dones del Espíritu Santo: confiriéndonos la fuerza para difundir y defender la fe, mediante la palabra y las obras, en otras palabras, siendo verdaderos testigos de Cristo.
El Espíritu Santo, Don de la Confirmación
El Espíritu Santo, nos hace hombres y mujeres nuevos en el Bautismo, viene nuevamente en la Confirmación para enriquecernos con sus dones especiales; nos fortalece con la fe, la esperanza y el amor para que asumamos con seriedad y responsabilidad las tareas que se derivan de nuestro compromiso con Cristo y con la Iglesia.
En la Confirmación recibimos nueva vida a nuestra vida de fe. Nos da fortaleza y valor. Nos hace tomar conciencia de nuestro compromiso bautismal y de nuestra fidelidad a la Alianza. Al prepararnos para celebrar la Confirmación, estamos participando de una catequesis más sólida, que nos ayuda a comprender mejor nuestro compromiso con Dios y con la Iglesia, en medio de un mundo impregnado de materialismo y de dispersión.
Con la Confirmación se consolida y perfecciona la semilla de la fe que recibimos en el Bautismo. La riqueza del Sacramento de la madurez cristiana se manifiesta también desde el punto de vista humano, y no sólo con lo que tiene que ver con la adultez de la fe. La Confirmación bien preparada y vivida a conciencia en todos sus elementos, nos propone en todas sus partes vivir una vida humana madura y responsable, con una opción seria de servicio en un campo concreto de la sociedad y de la Iglesia.
La Confirmación en la Iglesia
El Sacramento de la Confirmación, signo de la madurez cristiana, tiene una historia en la vida de la Iglesia que vale la pena conocer. Veamos brevemente las cuatro etapas que se pueden distinguir:
Primera: En los comienzos de la Iglesia, el Bautismo es el sello del Espíritu Santo, y solo hasta el siglo III se inicia el rito propiamente dicho a la Confirmación, con la imposición de manos, unción y signación. Una tradición apostólica recogida por San Hipólito, atestigua que: "los bautizados después del bautismo por inmersión, vestían nuevamente sus ropas y entraban de nuevo en la Iglesia para recibir la imposición de manos del Obispo". En el año 439 comienza a usarse el nombre de Confirmación para este sacramento.
Segunda: En la Iglesia Occidental, a comienzos del siglo VI se inicia la separación entre el Bautismo y la Confirmación. Desde el siglo VI al XII, los tres Sacramentos de la Iniciación Cristiana eran administrados en una sola celebración litúrgica en presencia del Obispo. Es la época de las guerras, por eso se decía que la Confirmación hace a los cristianos soldados de Cristo y les da fuerza para el combate cristiano.
Tercera: En las etapas anteriores no se dice cuál es el rito esencial de la Confirmación. En el siglo XVII fue revalorada la solemnidad de Pentecostés, y con ella el signo de la imposición de las manos. El Papa Benedicto XIV "autoriza a conferir el sacramento con el crisma de aceite de Oliva, bendecido por el Obispo, al mismo tiempo que traza la señal de la cruz en la frente y pronuncia las palabras del ritual".
Cuarta: Pablo VI marca la última etapa en el proceso del Sacramento de la Confirmación con su Constitución sobre el Sacramento de la Confirmación, Divina Consortium Naturae, donde resalta los signos propios del sacramento.
¿Por qué Sacramento de la madurez cristiana?
La Confirmación consolida y perfecciona la semilla recibida en el Bautismo. Es el mismo Espíritu quien renueva completamente la vida de la persona en el Sacramento de la Confirmación enriqueciéndola con dones especiales.
El creyente fortalecido en la fe, la esperanza y el amor, asume con seriedad y responsabilidad las tareas de testimonio y servicio en la Iglesia y en el mundo. El Sacramento de la Confirmación es para cada fiel lo mismo que Pentecostés fue para la Iglesia: viento huracanado que impulsa, fuego que hace arder el corazón y comprensión de leguas para proclamar las maravillas de Dios.
La Confirmación da al cristiano la capacidad de vencer las dificultades de la vida diaria, le da la gracia de ser luz y sal, de anunciar a Jesucristo y hacer a mucha gente discípulos de Cristo. Es decir, la Confirmación nos consagra para ser testigos de Cristo en el mundo.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 1319, lo resume así: "El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón, debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el Sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales".
¿Quién puede recibir la Confirmación?
El Sacramento de la Confirmación es recibido cuando el joven están en la edad del uso de la razón; cuando pueda asumir con valentía la transmisión de la fe en Jesucristo; a no ser que se encuentre en peligro de muerte, en cuyo caso se administraría el Sacramento sin contar con la edad discrecional.
No es lo mismo hablar de la edad adulta de la fe, que de la edad del crecimiento natural, la madurez en la fe abarca ese crecimiento que el joven ha demostrado al vivir la fe, como un verdadero discípulo de Jesús, y quiere que otros también vivan ese sentir, impulsado por el Espíritu a indicar a otros ese camino de fe.
Terminemos este punto con este vídeo:
4. ACTUEMOS:
En una hoja en blanco, vas a dibujar tu silueta (es decir tu cuerpo), procura que ocupe toda la hoja.
En la parte derecha de la Hoja con la silueta, escribe qué aspectos crees que has logrado madurar en tu vida de fe, en tu relación con Cristo a lo largo de este proceso de catequesis que has llevado.
En la parte izquierda escribe lo que consideres que aún te falta por madurar.
Nota: Envíale foto de esta activad a tu catequista.
5. CELEBREMOS NUESTRA FE:
Te invitamos a que reflexiones y medites sobre el Salmo 139 (138). Léelo a modo de oración, muy detenidamente, céntrate bien en él y pon atención a lo que le estás pidiendo al Señor. "Señor Tú me sondeas y me conoces".
6. MANOS A LA OBRA:
No se te olvide ir este fin de semana a la Santa Misa. Finalizada la celebración acércate al Padre que esté ahí y pídele que pida la asistencia del Espíritu Santo para ti.
Bendecida semana para todos.
Comentarios
Publicar un comentario