TEMA #30. SOMOS VERDADERAMENTE FELICES
Tomado de: WordPress.com
A comprender en qué consiste la verdadera felicidad a la que Cristo me llama y a la cual aspiro con mi ser y mi obrar. Somos llamados, y fuimos creados por Dios para ser plenamente felices, plenamente Bienaventurados.
Te vas a volver un reportero estrella. Vas a entrevistar a unos tres de tus familiares y vas a grabar un vídeo entrevistándolos. Queremos saber qué tanto tu familia y tú saben de la felicidad. Al final tú también te grabarás dando respuestas a esas mismas preguntas. Las preguntas son:
- ¿Qué significa ser feliz para el mundo de hoy?
- ¿Qué signos hay de felicidad en el mundo de hoy?
- ¿Cómo se puede presentar el sentido de la vida para nuestra cultura de hoy?
- ¿Qué es para ti la felicidad?
- ¿Eres feliz, cómo te das cuenta?
- ¿Qué personajes aparecen en el texto?
- ¿A dónde fue Jesús? ¿Por qué?
- ¿Qué hizo Jesús en el monte?
- ¿Quiénes son los bienaventurados o felices?
3. DETENGÁMONOS:
La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta primera gran predicación de Jesús (ver Mt 5,1-12). Es como un estribillo que nos recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad. En efecto, las Bienaventuranzas son el retrato de Jesús, su forma de vida; y son el camino de la verdadera felicidad, que también nosotros podemos recorrer con la gracia que nos da Jesús.
Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos. Pobreza, aflicciones, humillaciones, lucha por la justicia, cansancios en la conversión cotidiana, dificultades para vivir la llamada a la santidad, persecuciones y otros muchos desafíos están presentes en nuestra vida. Pero, si abrimos la puerta a Jesús, si dejamos que Él esté en nuestra vida, si compartimos con Él las alegrías y los sufrimientos, experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar.
En la Bienaventuranzas está contenida toda la perfección de nuestra vida (tota perfectio vitae nostrae continetur), como ya decía San Agustín, sea individual que social. En ellas el Señor nos explica su programa, su promesa y la retribución que Él nos dará, para satisfacer nuestra felicidad, aquello a lo que naturalmente aspiramos con todo nuestro ser y obrar. En suma, ellas explican e indican el camino y el premio final, o sea la recompensa de Dios que es en lo que consiste la verdadera felicidad (Papa Francisco).
Todos los trabajos y las acciones en la vida de los hombres de todos los tiempos son realizados con miras a conseguir la felicidad. Este deseo natural de felicidad es de origen divino. Dios mismo ha colocado en el corazón del ser humano el deseo de felicidad al crearnos. Hay muchas formas de entender la felicidad pero no todas corresponden a lo que
Dios nos propone. Él sabe que es lo que verdaderamente necesitamos para ser felices, para ser dichosos, y la respuesta nos la da Jesús en las bienaventuranzas que proclamó en el sermón de la montaña.
Es sorpresivo y paradójico el camino que Jesús nos propone para que logremos llegar a obtener tan anhelado objetivo de la felicidad. Resulta muy contradictorio con relación a lo que el mundo muestra como auténtica felicidad.
La verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor. “A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita ninguna otra.
En la juventud puede ser la esperanza del amor grande y satisfactorio; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar” (SS 30).
Complementa lo anterior con este vídeo:
Con todo lo visto, hemos podido notar lo que es la verdadera felicidad, lo que Dios quiere de nosotros. Ser felices, es ser santos, santos como Dios nuestro Señor es Santo. Pero es algo que no obtenemos de la noche a la mañana, es algo que siempre estamos buscando y que vamos adquiriendo poco a poco. Para que seas plenamente feliz, siempre debes estar preguntándote:
- ¿Soy realmente feliz? ¿Por qué sí? ¿Por qué no?
- ¿En qué momentos de mi vida me he sentido verdaderamente feliz?
- ¿Qué medios uso día a día para ser feliz a cada momento?
Para ser felices, hay que también ser siempre agradecidos. Ofrécele al Señor tu oración de acción de gracias:
Completa la sopa de letras. Luego saca las bienaventuranzas, cada una en un papel, y regálale ese papel a un familiar, de tal manera que el compromiso de esta nueva semana sea el poner en marcha en todo momento esa bienaventuranza que le tocó.
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